BBC ó bodas, bautizos y comuniones.
Estamos en plena temporada de ceremonias y no me he podido resistir a buscar fotos de otras épocas y ver un poco de historia.
Durante la Alta edad media el matrimonio legal se dividía en dos fases, los esponsales y la entrega de la esposa o boda.
El matrimonio tenía un efecto plenamente jurídico desde el contrato de esponsales, que era establecido firmemente entre el padre de la mujer y el marido, y se acordaba sin necesidad de obtener el consentimiento de la mujer o con esta en minoría de edad.
El novio pagaba una dote que consistía en la entrega de un patrimonio en tierras, castillos, siervos..., que en la España alto medieval se fijaba por escrito en un documento legal llamado «carta de arras».
Existía, además del matrimonio legal, otra forma de desposarse cuando los novios pactaban casarse sin el consentimiento de las familias y sin alcanzar el acuerdo jurídico establecido por los esponsales: el matrimonio prometido (a escondidas de la autoridad paterna). Tenía efecto con el simple consentimiento mutuo ante un testigo, a ser posible clerigo. En este caso el padre continuaba poseyendo la patria potestad legal de la hija.
Era habitual en los casos en que los contrayentes no habían conseguido obtener el consentimiento de la familia de la mujer, en cuyo caso los esposos se prometían matrimonio ante testigos, sin más necesidad que la palabra mutua de casarse. No había, en este caso, esponsales ni acuerdo jurídico alguno con la familia del padre de la novia, que no perdía la patria potestad, ni ceremonia alguna. Por ello recibió el nombre de «matrimonio a juras» (prometido) o «matrimonio a furto» (a escondidas). Tampoco el marido, por tanto, entregaba dote alguna, aunque sí la donación de la mañana. El símbolo de la promesa, con el tiempo, lo constituyó el anillo de desposados. Este fue el acto que, posteriormente, la iglesia católica adoptó como elemento definitorio de la unión matrimonial sacramental, en perjuicio del acuerdo de esponsales, que era el elemento válido a todos los efectos en el matrimonio alto medieval legal.
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La dote
Hubo un tiempo en el que el amor no era el cimiento último de las parejas. De hecho la revolución sentimental solo empezó a notarse a partir de finales del siglo XVIII. Antes, las nuevas uniones se realizaban con la idea de fundir patrimonios y antes incluso tenían en vistas meras conveniencias eugenésicas de mejora de la especie. Se miraba, como compañera ideal, no la amante amantísima, sino aquella otra que podía alumbrar hijos fuertes. Y ellas, difícilmente aceptaban a un novio débil y achacoso que no pudiera fecundarla convenientemente.
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A primeros de 1900 |
Información extraída del taller de costura de Puente Viejo
La primera comunión
No se empezó a celebrar hasta el Siglo XVII, sus vestidos eran oscuros y nada lujosos, hasta el Siglo XIX no se vistieron a las niñas de blanco.
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